domingo, 12 de septiembre de 2010

Triángulo de Amor Bizarro: beatificando el ruido

Definitivamente este ha sido un gran año para los gallegos de Triángulo de Amor Bizarro. Tal como el nombre de su elogiada placa Año Santo (2010, Mushroom Pillow), coincidencia o no, este fin de década cierra y abre un ciclo a enormes expectativas para ellos, como si hubiesen sido bendecidos. Es la “fortuna” del trabajo duro, en nombre de una agrupación que renueva sonidos clásicos de Jesus and Mary Chain y My Bloody Valentine, pero elevando los decibeles a un punk fuzzeado lleno de energía y fineza verbal. Con palabras surrealistas y sonidos erizantes han enriquecido la escena del rock independiente ibérico, llevando su éxito hasta varios rincones del planeta.

Sus invitaciones previas fueron Triángulo de Amor Bizarro y El hombre del siglo V (ambas del 2007 y bajo el sello Mushroom Pillow). La banda centró sus primeros temas en un sonido sencillo pero encantador, mezclando shoegaze y hardcore de forma muy natural, con sabor a banda local, pero con reflejos de diamante en bruto. Estas placas significaron el flechazo para su sello, quienes además tienen a Polock y Delorean entre sus filas.

Primero fueron un trío y ahora son cuarteto, el añadido de la guitarra de Óscar Vilariño forma parte importante del sonido actual del grupo, que a través de esta opción no escatima en noise melódico, con guitarras que se alternan de forma genial en vivo. Parte de esto los ha relajado, pues en sus primeras grabaciones, a pesar de haber utilizado 2 guitarras, su line up siempre fue trío (Isabel Cea en el bajo y la voz, Rodrigo Caamaño en guitarra y voz y Julián Ulpiano en la batería), obligando a una forzada interpretación de las cuerdas. Es ahora con Año Santo que la puesta en escena brilla mucho más, al hacer uso de la comodidad sonora que entregan las 2 guitarras. A esto se suma la solidez del bajo, que rebosa en personalidad en cada tema.

Año Santo expresa un sofocante acuerdo entre la melodía y el ruido. Llevado a una altísima expresión entre sensibilidad y crudeza, ya sea en la voz de Isabel o la de Rodrigo. Ambos personajes se refieren a temas cotidianos, con gran delicadeza al tratarlos de forma extraña e insolente. La base rítmica guitarreada, con acompañamientos de samplers y hasta con una Nintendo DS en vivo, conducen de forma magnífica los 28 minutos de excitante zumbido.

“Básicamente lo que hacemos es sablear las estructuras de Stereolab añadiéndoles un poco de sangre de mono”, detalla la banda sobre su propia música. Extraño y hermoso a la vez. De alma empírica y corazón, la excelente propuesta de Triángulo de Amor Bizarro no se sujeta a mayores discusiones o descripciones. Basta sólo poner el pie en el acelerador de distorsión y sumergirse en uno de los mejores discos del año.


http://www.myspace.com/trianguloamorbizarro

Rolando Inostroza

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