viernes, 15 de abril de 2011

Failure – Fantastic Planet

(1996, Slash)

Hay discos que van creciendo con el tiempo. Que por sí solos dejan una huella y su propio legado. Esos quizás son los álbumes llamados “influyentes”, posiblemente no los más relevantes para la lista del Top 100 de la Rolling Stone, pero que a través de un proceso natural se elevan por “justicia divina”. Hay algunos que sirven de pauta, de guía para lo que vendrá 10 o 15 años más tarde en la escena musical. Son esos los que vale la pena rescatar, pues fueron la semilla y raíz de lo que escucha el público actual.

Sin dar más vueltas es posible encontrarse con una escena de mediados de los 90’, que quedó en el gran cañón entre el grunge y el nü metal o metal alternativo luego del cataclismo “Cobain”. Bandas como Hum o Failure son nombres que permanecieron flotando (casi literalmente) en un space rock y post grunge norteamericano que hoy transciende.

Agrupaciones actuales como Deftones, Chevelle, 30 Seconds to Mars, A Perfect Circle y muchas otras han tomado las influencias del space rock de los 90’ haciendo valer la originalidad de su estructura sonora. Una fórmula que rompía en riffs potentes pero elevaba las notas con delicados efectos, en una combinación única, pero que no tuvo tanta visibilidad, en una industria que aún no sabía de Internet masivo, tal como lo conocemos hoy.Fueron contemporáneos al shoegaze de My Bloody Valentine, Ride y Slowdive, (donde también las ondas espaciales los 70’ parecían renacer), pero no tuvieron la misma suerte que los europeos, pues en la tierra del Tío Sam se apostaba por la rudeza, dejando de lado las melodías etéreas de la isla británica. A pesar de todo, la historia tendría su revancha, materializada en los futuros retoños que dejaría tal legado.

Una de esas bandas fue Failure, sin duda la más importante y fresca de esta camada. De nacimiento en 1991 la banda creada por Ken Andrews (voz y guitarra) y Greg Edwards (bajo y guitarra) alcanzó a publicar tres álbumes bajo el sello Slash: Comfort (1992), Magnified (1994) -un álbum que los llevaría de gira con Tool- y finalmente Fantastic Planet (1996), placa insigne y mayor éxito creativo de la agrupación de Los Ángeles.

Hablar de Fantastic Planet es acercarse a metáforas y alegorías a las distintas adicciones, sobretodo la heroína. También es convivir con un sonido fresco y potente, que mezclaba tempos suaves y riffs potentes, que parecen rebotar en suelos sin gravedad, lenta pero agresivamente.

La producción y promoción de Fantastic Planet no estuvo exenta de problemas, esa es quizás una de las razones por la cual no es un álbum tan reconocido y publicitado. La pelea entre Slash, el sello encargado, y Warner Bros derivó en un Failure con el disco a medias y en búsqueda de una estrategia para acabarlo. De esta forma, la banda resolvió componer y grabar un tema a la vez y dividió el disco con tres ‘Segue’, pequeños temas espaciales instrumentales que hicieron que el disco tuviese coherencia al ser grabado en condiciones de desorden total.

Esta última característica le da momentos relevantes al disco, donde los temas parecen derretirse uno tras otro. Tal como ‘Sgt. Politeness’, el cual se une perfectamente a ‘Segue 1’. Acá también se juega con lo infinito y circular, pues al utilizar la función de repeat es posible escuchar cómo ‘Daylight’, el último track, se une con ‘Saturday Savior’, el excelente primer corte del álbum. Aspectos que sin duda dan fundamentos para preparar una torta de 17 canciones, y que enriquecen lo que podría haber sido un simple compilado de composiciones accidentadas.

El disco sonaba crujiente pero no era grunge. Sin lugar ni contexto musical preciso la banda se dedicó a hacer lo suyo, experimentando con efectos y tempos a cargo del baterista Kelli Scott, que resultaron en originalidad y evolución temprana, cuando grupos como Silverchair trataban de dar un giro al alicaído estilo de las camisas de franela.

La posibilidad de jugar con la potencia como en ‘Pillowhead’, ‘Smoking Umbrellas’ o ‘Leo’ y a la vez dedicarse a flotar con ‘Another Space Song’ y ‘Stuck On You’ dan cuenta de la excelencia de los músicos involucrados. Como Ken Andrews y sus guitarras rítmicas llenas de harmónicos, y su voz, que sin grandes ostentaciones, resultaba precisa y única para la ocasión: un sonido metálico, semi áspero pero lo suficiente como para resolver la delicadeza de ‘Dirty Blue Balloons”.

Las guitarras, compuestas por el bajista Greg Edwards parecen unir los diferentes matices que destacarían en sus futuros proyectos, sobretodo Autolux. Estos sonidos fueron llevados un poco más allá, cuando el excelente Troy Van Leeuwen (Queens of the Stone Age, A Perfect Circle, The Gutter Twins, Eagles of Death Metal, por nombrar algunos) pasa a encargarse de las guitarras de apoyo durante la gira promocional del disco. Un personaje que traería al Thirteenth Step de A Perfect Circle, siete años más tarde, una hermosa versión de ‘The Nurse Who Loved Me’, tema alusivo al uso de drogas duras.

Fantastic Planet es la culminación y cima de un trabajo que dejó mucho más de lo que recibió, pues la separación de la banda no tardó en llegar. Las influencias, honores y tributos hoy sobran, los mismísimos Paramore hacen su intento con el cover de ‘Stuck On You’ y los proyectos de Andrews (On, Year Of The Rabbit y su trabajo solista) y Edwards (Lusk y Autolux) siguen vivos a ratos. Son las vibraciones del espacio, esas que pueden viajar por siglos y que dan a conocer a las nuevas generaciones sobre uno de los mejores y más influyentes álbumes de la década de los noventa.

Por Rolando Inostroza

Modern Superstitions: encanto prematuro

Encuentros incongruentes entre imagen y sonido, en medio de la experiencia y el talento innato. Eso y más es lo que sucede con Modern Superstitions, quienes gracias su capacidad de expresar hermosura y rabia a la vez dan cátedra de una envidiable madurez, haciendo caso omiso de su corta carrera. Desde Toronto, este cuarteto sub-20 engancha por rostro y sonido, con el fantástico desplante y voz de Nyssa Rosaleen y un backup sólido de rock and roll que nada tiene que envidiarle al guitarreo de The White Stripes o la potencia vocal de Florence Welch. Su único registro, All The Things We've Been Told (Pink Noise Music, 2010) ya es suficiente para ponernos de pie y aplaudir a estos encantadores novatos.

Rolando Inostroza

Suena como: Metric, Kate Nash, Florence + The Machine

http://www.myspace.com/modernsuperstitions

Violens: juego de niños

Una pieza de pop-art neoyorquino que parece hecha en Europa, así suena Violens. Eclécticos y vibrantes, dan rienda suelta un pop bailable lleno de influencias ochenteras, que reviven frescas siguiendo la ruta de la psicodelia. Haber compartido escenario con gente como MGMT, Grizzly Bear y Handsome Furs los llevó a obtener la suficiente experiencia para debutar de excelente manera con Amoral (lanzado este 2010 por el sello Static Recital). Un trabajo producido y mezclado por el propio grupo, que hoy los tiene en la vitrina de bandas a observar de este año que se va. Dance pop que se ensucia de manera divertida a ratos. Como una banda de pequeños elegantes manchándose en el lodo sonoro.

Rolando Inostroza

Suena como: Midnight Juggernauts, The Smiths, Twin Shadow
www.myspace.com/violens

The Vaccines - What Did You Expect from the Vaccines?

(2011, Columbia)

Sacarse de encima las expectativas como si fuese una molesta pelusa en el ombligo es lo que buscan The Vaccines con su LP debut. El título ya hace mucha referencia al respecto. Llevar el peso de la “gran promesa británica” según los medios especializados suele ser revienta sesos. Es por eso que la banda, a pulso de guitarras y simplicidad no se complica la vida. En poco más de 35 minutos de cortes súper asimilables y radiales dan a entender que no les interesa imitar modelos made in The Strokes (de los cuales se declaran fans acérrimos) sino más bien dejar fluir una mezcla de agilidad “Ramonera” y letargos precisos, que dan en el clavo a la hora de buscar un sonido propio. Temas levanta muertos como ‘Wreckin’ Bar’ y ‘If You Wanna’ o la notable ‘A Lack of Understanding’ son sólo parte del aprendizaje del cuarteto. Un primer apronte de fácil digestión.

...And You Will Know Us by the Trail of Dead - Tao of the Dead

(2011, Superball)

Bastaron sólo diez días para que el renovado cuarteto de Austin armara su séptimo álbum. Quizás uno de los más elaborados, no por el tiempo requerido, sino por los sesos impresos en cada uno de los momentos del disco. Desde el arte que adereza la portada hasta la división conceptual de los temas, separados por afinación en dos partes: la primera en Re (11 movimientos iniciales) y la segunda en Fa (los 5 restantes). Una forma de hacer las cosas que Conrad Keely, voz de la banda, heredó de los álbumes de su niñez, como el Dark Side of The Moon de Pink Floyd o el Hemispheres de Rush. Placas que sonaban como “verdaderas sinfonías” para él. Tal inspiración se renueva con una fusión de noise y agudeza conceptual que no da permisos para presionar el maligno botón shuffle. Es como poner al más bruto de los hijos del grunge a leer filosofía. Retorcido e inesperado.


Por Rolando Inostroza

Yuck - Yuck


(2011, Fat Possum)

Yuck, la banda londinense que dio que hablar desde sus primeros demos (por culpa de una notable y felizmente accidentada resurrección del noise noventero) estrena al fin su primer larga duración. Una placa homónima y autoproducida, que trae a la memoria las melodías de Neutral Milk Hotel y Dinosaur Jr, quizás desprovistas de la virtuosidad del guitarreo frenético de Mascis, pero con una simpleza que entrega la luz necesaria para darse a entender en la primera escuchada. Un disco que da saltos entre temas acústicos y ruidosos, noqueando en ambas vías. Temas como ‘The Wall’ y ‘Operation’ son la respuesta a los miles de fans acumulados con el tiempo. Todos ellos encontrarán en Yuck momentos para reencantarse con un sonido que no tropieza con un fecha de vencimiento y hace ver a este quinteto de veinteañeros como unos veteranos de la nueva nostalgia.



Por Rolando Inostroza

sábado, 9 de abril de 2011

Prehistöricos: Ciclos Naturales

Desde el teatro a la música, el dúo Prehistöricos sale a la luz de forma inesperada. La Orquesta Ocúlta, su debut, es el tren que abordan sin saber de destinos, guiándose sólo a través de sus experiencias y sentimientos más profundos. Una ruta inesperada, que los tiene meditando ir mucho más allá en este viaje.

La historia de Prehistöricos es breve, reciente pero intensa. Un año completo de trabajo, de terapia musical, que sumió a Jessica Romo y Tomäs Preuss en un mar de letras tristes y agotadoras grabaciones. Momentos que sirvieron para dar forma a un álbum que nunca fue planeado.

“Cuando empezamos yo no sabía tocar ningún instrumento. Empecé bien al lote en el teclado, sacando armonías a pura oreja y así de a poco empezó a funcionar”, cuenta Jessica, quien declara haber sentido vergüenza de tocar con otros músicos en un principio, razón por la cual la mayoría de los temas quedaron a cargo del dúo, en la intimidad.

Prehistöricos nace de una unión natural. La especial relación de ambos, del día a día, el teatro y los viajes culminó reuniéndolos en torno a canciones que hablaban de sí mismos. Un camino que tiene a Tomäs a cargo de las voces y la guitarra, y a su compañera de andanzas en el teclado.

La sensibilidad existente en las melodías y letras de La Orquesta Ocúlta tiene sus raíces en ellos mismos y las experiencias que vivieron durante la formación del dúo y la grabación de las canciones, proceso que ocurrió de manera simultanea.

“Todo fue muy casero. En la noche, sólo por el gusto de grabar, hacíamos temas y los íbamos registrando, pero nunca pensamos en un disco. Luego llegó el momento de preguntarnos si las canciones tenían algo en común, y así fue, ahí recién pensamos en un álbum”, cuenta Tomäs, quien ya había tenido experiencias de grabación junto a Camila Moreno, en el proyecto denominado Caramelitus.

De esta forma, con diez temas listos, Prehistöricos decide cerrar un ciclo emocional y creativo a fines del 2010, antes de partir una vez más a su destino recurrente: España, lugar al que acuden por las tablas, pero que cada vez los tienta más a llevar su música.

“Terminado el disco lo subimos al Myspace y nos fuimos. Nos quisimos olvidar un rato de él, luego de tanto grabar quedamos agotados. Lo dejamos a la merced de qué pasaba y le dijimos a algunos amigos”, explica Preuss, quien no esperaba la actual recepción del álbum, sobretodo en México.

La carrera de Prehistöricos ha sido tan fugaz que tampoco les ha dado mucho tiempo de presentarse en vivo, salvo algunas ocasiones. “Es rico encontrar música que se disfruta desde esa intimidad, por eso mismo nos ha costado tocar en bares con mucho ruido”, explica Tomäs.

“Una vez tocamos en una fonda vegetariana demasiado divertida. Estábamos ahí y había mucha bulla, y llegó un momento en que todos se quedaron en silencio. Luego terminó la presentación y la gente tenía cara de acongojada, parece que les había llegado muy adentro la música”, agrega Jessica.

Es que los cortes de La Orquesta Ocúlta no pasan desapercibidos ante corazones frágiles. La proximidad de los temas se hace presente en cualquier oído, haciendo de la experiencia un dulce desliz por historias pasadas, llenas de dolor y desesperanza.

“Algo que primó al crear, y es algo que nosotros trabajamos en le teatro, es que fuese transversal, que lograra una cierta identificación con el que escuche”, comenta Tomäs. “Cuando tu creas un personaje en el teatro, investigas y armas todo un cuento, pero igual un cierto porcentaje de ese personaje es parte de ti, de lo que has vivido”, agrega Jessica.

Residuos de un tiempo que ellos describen como “súper emocional”, pero que hoy se dilata de forma positiva, mutando en nuevas composiciones.

“Estamos en una travesía loca, queremos grabar un EP antes de irnos a Europa otra vez. Tenemos varias ideas y no queremos que se nos arranquen.

Cuando estemos en España esperamos masterizarlo, y así tener el material nuevo para el primer semestre de este año”, comentan entusiastas.

Por Rolando Inostroza

Para conocer más y descargar "La Orquesta Ocúlta":

http://www.myspace.com/prehistoricos



'Como las Piedras' para La Vitrola