sábado, 27 de agosto de 2011

Luis Eduardo Aute: la dicha del poeta conciente


Teatro Nescafé de las Artes, 27 de agosto
Por Rolando Inostroza
Foto: Elvis González

La calidad de un artista no se vale sólo de su talento. Responde a detalles tan relevantes como entender la realidad donde está situado, y además establecer un discurso bajo las notas, los versos y los acordes. Esto hace brillar a un artista y sobretodo al trovador, como un ente ajeno a toda objetividad sobre lo que lo rodea, tomando posturas, siendo valiente y haciendo valer aquel talento con el cual ha nacido.

Este es el caso de Luis Eduardo Aute, quien anoche conversó, sintió y cantó en el Teatro Nescafé de las Artes. Una cita que esperó cuatro años, y que fue aplaudida a rabiar por los casi mil personas en el recinto de Providencia.

Aplausos y vitoreo que tuvieron su justificación. La impronta de hombre elegante, culto, conciente y sobretodo artista deslumbró a todos. Valiéndose del monólogo literario, citas poéticas y trovas, Aute ofreció un show sobrio, que estuvo cargado de análisis y parabienes para las luchas que corren por estos días.

Podría decirse que utilizar este recurso discursivo puede ser una estrategia barata para ganarse a un público agitado socialmente. Para obtener aplausos rápidos y cariño por convertirse en simpatizante. Afortunadamente este no es el caso. La solidez y sensibilidad mostrada por el cantautor no es nueva, tampoco tiene lugar determinado. Así lo demuestran sus entredichos sobre la realidad europea, que no son ajenos al artista.

Una sentida dedicatoria a todos los estudiantes y a la familia del joven muerto durante una noche de protestas abrieron las puertas al discurso del español. Una propuesta que era difícil de ignorar.

“Hoy me pondré en su lugar, sentiré con el pecho esta presentación”, expresó, aludiendo a la bala que diera muerte al adolescente en la comuna de Macul. Frases como estas llenaban los espacios entre canciones que hablaban de fábulas sociales y metáfora, todas floreciendo de a poco, encantándolos a todos con suaves melodías.

Un repertorio ubicado mayormente en su último disco "Intemperie", que fue encausado por el respaldo sonoro del cantautor. Tony Carmona en guitarra, Igor Tukalo en teclado y acordeón; y Cristina Narea en guitarra, percusión y coros. Todos remando en la misma dirección, aquella que va directo a la excelencia de lo poético, de lo memorable y profundo. Aplausos y más aplausos para un artista de verdad.

lunes, 22 de agosto de 2011

Legalize Festival: afuera la marcha adentro el reggae




La segunda versión del Festival convocó a su tribu y todo fluyó. Anoche en un Caupolicán repleto los mensajes de la calle se hicieron música.
Por Rolando Inostroza
Fotografía: Elvis González
La historia del reggae siempre ha estado ligada a luchas contestatarias, libertad, unión y muchos otros valores de reivindicación social y humana, que por estos días, parecen aflorar en cada esquina y cada mesa como tema de conversación en nuestro país. Es en este contexto ideal que se dio rienda suelta a la segunda versión del Legalize Festival, un encuentro que reunió a más de 3 mil personas en torno a la música y las convicciones.

Hace mucho tiempo que no se veía al recinto de San Diego tan repleto. La popularidad del movimiento rastafari en nuestro país ha ido en ascenso, casi siempre bajo la sombra de muchos otros ritmos, pero manteniendo un séquito fiel y sereno, que ayer dijo presente con mucho clamor.

Como festival que es, el evento comenzó desde temprano, ya a las 4 de la tarde se empezaba a calentar el ambiente con algunos DJ’s y MC’s ligados al hip hop, al reggae y al raggamuffin. Entre ellos sonaron Ocean Soldiers, Rafiki y Kingoroots, prendiendo el escenario mientras iba llegando el público en masa. Grupos de personas que pasaron de la masiva actividad en el Parque O'Higgins a shows de primera categoría, a unas cuantas cuadras de distancia.

Es que así fue, la máxima expresión del ritmo jamaiquino y todos sus ideales llegaron en el momento justo. Cuando en las cercanías del Caupolicán miles de personas volvían a sus casas caminando por Avenida Matta, marchando y cantando, sin saber que en el emblemático teatro se hacía lo mismo.

Fue a esa misma hora que llegaron los tres shows de más peso para el Legalize. Primero fue le turno de los brasileños de Natiruts. Con alrededor de 15 años de carrera y gran popularidad, fueron recibidos con fervor por los rastas y los no tanto.

Una presentación exquisita, con una guitarrista virtuosísima y un flow notable. Pareciera que la mezcla los sonidos rastafaris con la lengua portuguesa agudizaran más los efectos de relajación que producían los estupefacientes en juego. Así lo entendía el público, que era llevado por ritmos bossa nova hasta un cierre con algo de ska y potencia. Acá nadie quedaba ajeno, pues la variedad pudo con los gustos de cualquier tipo de espectador.

Fue tan bueno el show que terminaron pasándose de la hora. Esto trajo inconvenientes a quienes seguían en el line up: los sólidos Movimiento Original. El cuarteto hip hop, que utiliza el recurso reggae como arma principal estuvo sólido, potente y confirmó que el nivel de los músicos chilenos en esta rama está para pelearle a cualquiera. La banda también ratificó su conexión con la gente, quienes corearon la mayoría de sus temas y participaron del jugueteo.

A la cortísima presentación (poco menos de media hora), como ya es común en el mundo de las rimas, subieron variados colaboradores, entre ellos Movimiento Orginal, siendo tremendo aporte a la hora de prender a al audiencia. Esto, unos cuantos temas más y vino el conflicto. La producción cortó la tornamesa en el último tema para que acabaran el show a la fuerza. Eso, más un reclamo de uno de los MC’s del grupo y las pifias se prolongaron. Teniendo que poner el pecho el animador encargado del evento, quien trato de calmar un poco los ánimos acudiendo a las mezclas de uno de los DJ’s que musicalizaban los intermedios.

Pasado el desliz vinieron Los Cafres, la banda argentina, que con tremenda (y accidentada) trayectoria vinieron a poner el broche de oro al festival. Con mucha calidad, el grupo se configuraba como una pequeña orquesta, donde Guillermo Bonetto, el vocalista, movía las piezas a su gusto. Bailes, ritmo, conversación, reivindicaciones indígenas y hasta posar para fotos, todo servía para darle detalles extra a las canciones y al mensaje. Porque al final de cuentas eso primó. Un gran y difuso mensaje entre la multitud y los músicos, un idioma que sólo ellos comprendían, pero que hablaba de cosas bondadosas y pasionales. Así, de la misma manera, dentro del Caupolicán o fuera de este, todo parecía calzar, parecía que este día había sido elegido para comunicarse sin palabras. Sólo había que dejarse llevar.

viernes, 22 de julio de 2011

Limp Bizkit armó una fiesta de Nü Metal


“He esperado 15 años para cantar esta parte de la canción, acá, en este lugar”. Esa frase, dicha por Fred Durst en medio del quiebre de `Take a Look Around`, resume en gran parte lo que significó para los presentes lo de anoche. Limp Bizkit con su formación original, que luego de varios recauchajes, peleas y desencuentros cuenta nuevamente con el cerebro detrás de los éxitos acaecidos durante la época de su aclamado Significant Other, su primer guitarrista Wes Borland.

Sin impresionar en su sonido ni tampoco haberse repletado, el Movistar Arena dio el ancho necesario para la particular revolución hormonal tardía del público asistente. Bastó el primer ataque con ‘Why Try’ de su último disco Gold Cobra y una segunda arremetida con el clásico ‘Pollution’ para dejar a todos boquiabiertos. Un corte de lo nuevo y de lo viejo, con eso los veinteañeros y treintones volvieron a los 15, de un zarpazo.

Eso es lo que todos querían ver y escuchar, y fue demostrado con creces al corear cada rapeo y saltar con cada riff. A esto se agrega el constante “fuck you!” de Fred Durst a los de la primera fila, en una extraña relación de amor-odio, que terminó siendo parte del jugueteo del vocalista.

Más allá de los típicos gestos de banderas y camisetas de fútbol presentes arriba del escenario como gesto de agradecimiento, lo que hace Limp Bizkit hoy tiene una complicidad distinta. La comunicación, el juego con las tornamesas y bases del excelente DJ Lethal convertían todo en una fiesta. Su maestro de ceremonias, Durst, se dio el lujo de subir gente al escenario -una chica a bailar y un chico a cantar-, regaló cervezas, lanzó besos e insultos y se comió el show de una mascada.

Su personalidad, como frontman odiado por muchos, calza perfecto en la fórmula de la banda de Jacksonville. Su show va más allá de la música –donde todos se desempeñan de forma impecable-, y esto queda demostrado en el despliegue que tuvieron temas como ‘Break Stuff’, ‘Nookie’ y la explosiva ‘Take a Look Around’, clásicos de la era dorada del Nu Metal, que anoche, después de años de espera, pudieron ser gozados a concho por sus devotos. Una experiencia que implicó varios moretones y magulladuras en el “mosh” desatado a ratos. Pero qué más da, siempre es bonito volver a la infancia, y vaya de qué manera.

Setlist:
Why Try
Pollution
Hot Dog
Break Stuff
My Generation
Livin’ it Up
Re-Arranged
Eat You Alive
My Way
Nookie
Behind Blue Eyes
Boiler
Take a Look Around
Faith
Rollin’

miércoles, 15 de junio de 2011

Mademoiselle K: el gusto por lo fino y lo bruto

Por Rolando Inostroza

Es una de las agrupaciones más destacadas de Francia. Poco difundida en Chile, pero con un arsenal de temas que pretenden enganchar con un golpe directo al público local. Es que la banda comandada por Katerine Gierak se presenta esta noche en el Centro Cultural Amanda, en lo que trasciende como una oportunidad única para los amantes del rock europeo. POTQ conversó con la líder de la banda, para precalentar una jornada de guitarras francoparlantes sin precedentes.

Katerine nos recibe en el living del Centro Cultural Amanda. Es una persona tranquila, más alta de lo esperado (tanto que debe encorvarse constantemente) y con una timidez que no se condice con la potencia de sus shows. Mientras habla, se entretiene con su chasquilla triangular, la cual mueve de un lado a otro, con esa típica seriedad del músico francés, que sabe a lo que viene, pero que aun así no conoce lo que le espera.

¿Qué piensas de este acercamiento con Latinoamérica? Bastante poco común para las bandas francesas…

Para poder acercarme a Latinoamérica creo que el idioma todavía es importante, quisiera cantar en español o en inglés, pero no siempre es adecuado para el tipo de música. Si nos piden venir, lo hacemos con mucho gusto. Rara vez rechazamos una proposición y ésta es una oportunidad genial. Estoy muy sorprendida de la respuesta que hemos tenido en diferentes países que no son francoparlantes. Estuvimos en China el 2006 y el 2009 en Nicaragua, Panamá, Honduras y El Salvador, nos fue bastante bien. Ahora, luego de Chile, partimos a Argentina si es que el volcán nos deja.

Aclaremos algo, ¿Mademoiselle K eres tú, los temas son totalmente tuyos?

Cuando todo empezó era sólo yo. Por eso lo de “Mademoiselle”. Además hubo varias canciones que, desde el primer disco, ya estaba escritas por mí, desde hace un par de años incluso. Que se diga “Mademoiselle” es importante, ya que suena en francés y nos da identidad, pues esa palabra es mundialmente conocida como tal. Soy la “señorita Katerine”. A pesar de todo, la banda completa forma parte de la composición y de los temas.

A pesar del nombre, Katerine reconoce que la banda ha ido evolucionando junto con ella. Desde el sonido súper rockero del debut “Ça Me Vexe” (2006) hasta el equilibrio logrado en su última entrega, “Jouer Dehors” (2011), la cuota de cuatro integrantes ha crecido a cinco, para “siempre aportar y no quitar, eso es lo que solemos hacer”. Muy al estilo Foo Fighters.

Este notable salto le es indiferente a la hora de sacar cuentas creativas. “Para mí, la evolución de un disco a otro no significa mucho, pues tengo gustos muy variados y he podido experimentar con varios estilos, en el disco y en mi vida. Me encantan los riffs potentes y los coros pop como Arcade Fire, bien armónicos y muy ricos en melodías, esos aportes se van mezclando para dar el toque final a los temas nuestros. Pero nunca me fijo una dirección”.

La experticia musical de esta mujer de 31 años es vasta. Desde la más tierna infancia, su madre la inscribió en diversos cursos de música. Al poco tiempo, empezó a tocar guitarra clásica, para luego pasar a la eléctrica. De 1999 a 2005 realizó estudios de musicología en la Sorbonne-París IV. Un camino que la tuvo meses después lanzando su notable álbum debut.

Cuando conoció el blues, siendo todavía pequeña, todo adquirió un color distinto para Gierak, así también a la hora de escuchar por primera vez el “OK Computer” de Radiohead. Disco que reconoce como influencia directa y como uno más de los sazonadores de su más reciente trabajo, “Jouer Dehors”.

“En nuestro último álbum jugamos mucho con las cuerdas, los violines y detalles que pueden combinarse con las guitarra bien brutas. El minimalismo está puesto allí, todo bien orgánico. Y si formara otro grupo, sería como instrumentista solamente, como baterista o bajista y en la completa soledad, pero nunca excluyendo un estilo, no me gusta”, comenta.

Finalmente, ¿conoces música chilena?

Para nada, si tienes discos que hacerme llegar a la hora del show sería genial (risas). Si alguien me quiere regalar alguno, que lo haga durante el concierto.

jueves, 19 de mayo de 2011

Adanowsky: "No soy mamón que se cree la gran estrella"

El carismático Adanowsky estuvo de paso por nuestro país, descansando, divirtiéndose y aprontándose para lo que vendrá en junio, donde actuará como plato de fondo para el ciclo “Fête de la Musique”. Nos habló de sus personajes, su pasado y presente en México. Un paso más adentro del alma de “Amador”, la cara sensible del multifacético artista.

Por Rolando Inostroza
Fotos: Javiera Tapia

Hace frío y Adán Jodorowsky, más conocido como Adanowsky, nos recibe en la casa de su querido amigo Cosmo Gonik. Nos hace entrar rápido y propone cerrar las ventanas para no congelarnos. Manteniendo la apariencia y compostura que uno esperaría al imaginar al rockero de antaño, el personaje existente en sus canciones se ablanda y baja a tierra. Tratando de encender la estufa de pared durante quince minutos, contorsionándose mientras presiona el mechero en una posición imposible, demuestra su gentileza y sencillez. Aunque suene cliché, no pasaríamos frío junto a Adanowsky.

“Tenía ganas de tomarme unas vacaciones, llego acá y me encuentro con una especie de manager, conciertos, la embajada de Francia me propone fechas en junio. Chile quiere que vuelva parece”, explica, con un tono “amexicanado”, que ahora suena a una mezcla del mundo mismo hablando.

¿En qué estado vuelve Adanowsky?

Si vuelvo quiero hacerlo de forma más grande que antes. Han pasado dos años y muchas cosas, empecé a vivir en México y en Los Angeles, hice mi nuevo disco, grabé videos, películas. Ahora es súper diferente a la primera vez que vine, cuando estaba empezando. Chile fue el primer país de Latinoamérica que visité.

¿Qué recuerdas de ese paso por Chile durante el 2008?

Recuerdo que llegué aquí y habían lanzado la canción “Estoy Mal” y se llenaron las salas, cantaban la canción y para mí era una sorpresa. Me impactó y por eso traduje todo mi disco “Étoile Éternelle” (2006) al español. Lo saqué en España, México, Argentina y me fue bien. Entonces, gracias Chile estoy haciendo todo esto.

Una de las fechas que más se recuerda es aquella del viernes 12 de diciembre del 2008. Lleno total en el desparecido local Kubix y Adanowsky junto a su banda Gush hacían explotar al público del lugar. Con una propuesta totalmente teatral y casi 2 horas y media de show que dieron que hablar.

“Con los músicos lo conversábamos: ‘¿te acuerdas de ese concierto en Cubix donde nos lanzamos en el público y las muchachas nos arrancaban los calzones?’ Estaban histéricas. Se volvían locas. Alucinante”, recuerda.

Se te esperó por mucho tiempo luego de eso ¿por qué no viniste antes?

Me dieron ganas de volver, pero nunca pude. Por presupuesto y porque mi disco no había salido acá. Además, me empezó a ir muy bien en México y me dijeron “si no vives en México, vas a echar a perder tu carrera, tienes que estar acá”. Me puse a vivir ahí, hice bien, es el centro de Latinoamérica para la música. También encontré un sello en Estados Unidos (Everloving), y ahora traduje el disco en inglés, lo estoy grabando y creo que en septiembre estará saliendo.

Te vas expandiendo como la espuma, ¿qué te motiva?

Antes quería sacar un disco, luego quería cantar en Francia, después España, luego Latinoamérica, ahora Estados Unidos. Esto está como creciendo y en realidad es la ambición. Es entusiasmo y ambición, el artista tiene que ser así. Lo que quiero yo es algo muy grande y no es que sea pretencioso. Tengo ganas de dar algo, por eso la ambición.

¿Has escuchado algo de música chilena últimamente?

No, pero en México conocí a Los Bunkers, simpatizamos, los vi y tocaron muy bien, mejor que algunas bandas mexicanas. Bandas chilenas no conozco mucho, pero me tocó conocer al vocalista de Los Prisioneros, a Jorge González. Fuimos a comer, es muy simpático.

¿Qué estás escuchando últimamente?

Estoy escuchando Betty Davis. Ella me encanta. Ando con harta música etíope y de Bollywood, en el avión escuché sólo cosas así. Mucho folk por estos días también. Dylan y Nick Drake. A ellos los escuché mucho cuando hice el último disco, también había salido el disco de los Fleet Foxes y estaba pegadísimo, para mí fue increíble verlos tocar en vivo.

¿Te has impregnado con algo de la música de Latinoamérica?

Al estar viajando tanto comencé a adquirir gustos más latinos. Antes, mi cultura musical era francesa o inglesa, y de pronto me encuentro con los Café Tacuba, con Jorge González, con los Molotov, me logro contactar con Calamaro y después Cerati me sigue en su Twitter. Ahí se me abrió el mercado latino, y eso hace dos años. Soy muy reciente en esto de la música de acá.



AUTOGRAFIAR TETAS


¿Piensas volver a Europa en algún momento?

Sólo España. Ucrania también se me abrió. Pero Francia no, allá se me rechazó y ahora me llaman mucho para que saque un disco allá, que toque, que vaya de gira. Ahora, como me fue bien en otros países, dicen: “quizás la cagamos”. Quieren ver antes que algo funciona y luego sacarle provecho. Siempre es así y es ridículo. Sufrí tanto en Francia que no quiero volver. No tengo ganas.

¿Cómo ha sido vivir en México?

Magnífico. Hace un año que vivo allá y hay una energía alucinante. Como es muy caótico y hay mucha pobreza, mucha riqueza, entonces la gente quiere hacer cosas y son muy activos, te abren las puertas. Algo así pasa con Chile. Volví y noté un gran cambio. La gente está mucho más activa y se abrió un poco al mundo. Se están haciendo proyectos, es interesante lo que está pasando. En la vida diaria, el trabajo, la música, todo en general.

¿Qué tal estuvo tu presentación en el Vive Latino allá? ¿Cómo fue la energía que recibiste?

Eran 20 mil personas y fue alucinante. Recuerdo que estaba en mi camerino, llamando a los dioses (cosa que acostumbro a hacer). Estaba llamando a cada dios, incorporando a cada santo y luego en el escenario me lancé, así de simple. El público de México es el mejor del mundo, se entregan de manera muy grande. Ahora que viví la fama, los fans, firmar tetas, firmar bragas, sillas de rueda y todo eso, te focalizas en otra cosa, ya que cumpliste con tu sueño de adolescente. Ahora es sólo el placer de crear. Disfruto mucho más escribir una canción que antes.

¿Qué necesita la escena musical chilena para tener la potencia de la mexicana?

Lo que pasa en México es que hay tanta gente que todavía se compran algunos discos. Yo llegué a estar Top 10 en ventas allá cuando salió “Amador”. Además ahora están utilizando un método en el que lanzan sencillo por sencillo cada mes, y a final de año lanzan una compilación, como en los años 60’. Es interesante, porque te concentras en hacer una buena canción.



A VECES HAY QUE SABER PERDER

¿Qué podemos esperar de los shows que vienen en junio?

Ahora mi show es Adanowsky & The Red Pants, una banda mexicana. Son un grupo alucinante, tan buenos como Gush, con quienes vine anteriormente. Ellos están en Francia, sacaron un disco allá y les va muy bien. Haré una gira por Chile, espero pasar por Valparaíso, Concepción y algo más. Luego, Argentina. Lo que sí está confirmado es el 17 de junio en Amanda, en la “Fête de la Musique”, junto a Gaëtan Roussel, Mademoiselle K y Féfé.

¿Tocarán temas de la época de “El Ídolo”?

Sí, a veces resucita.

¿Con el mismo espíritu?

Sí, el show es muy prendido. Hay algunas baladas, pero es súper rockero. De hecho agregué una guitarra más para que la gente no se quede dormida.

¿El aspecto teatral sigue siendo parte importante?

Muy importante. Más que antes. Voy hacia algo más grande. En el disco estoy muy en la íntima, pero en el escenario quiero divertirme.

¿Has estado trabajando en algún otro proyecto
paralelo?

Escribiendo una obra de teatro, unos cuentos y una película sobre la muerte de Amador. Estoy trabajando con el director francés Jan Kounen, el que hizo “Dobermann”. Él va a dirigir un documental ficticio y concierto, la estamos preparando como proyecto grande.

¿Has trabajado también de productor?

Sí, produje mi gira en el 2009 en Latinoamérica y España. Pero soy pésimo productor. ¿Cómo saqué mi disco en el mercado latino? Es que invertí, en realidad. Me decían: “nadie te conoce, no se van a llenar las salas”, yo dije: “no importa, si pierdo todo mi dinero qué más da, lo recuperaré un día”. Entonces pasó eso, perdí todo mi dinero, no gané nada. Los músicos ganaron más que yo e incluso hubo gente que no me pagó, no fueron honestos. Pero al final me sirvió, porque encontré disquera en cada país y, gracias a mi pérdida, hoy me reciben con los brazos abiertos en todos esos lugares, incluido Chile.



VIDA Y MUERTE DE UNO MISMO

La propuesta de Adanowsky tiene un contexto, una historia. Su primer personaje “El Ídolo”, es aquel que se escucha en sus dos primeros discos, “Étoile Éternelle” (2006) y “El Ídolo” (2008), un ardiente frontman que goza de la vida de cabaret y para el que todo es fiesta. Es en esta segunda etapa donde todo cambia, con el disco “Amador” (2010) sale a la luz la sensibilidad, el romanticismo. Pero todo tiene su precio, para que uno nazca, el otro debe perecer.

¿Por qué tenía que morir El Ídolo?

No me gusta quedarme en un personaje cada vez. Si me quedaba en El Ídolo la gente que se hubiese cansado y olvidado. Además, es un personaje, no puedo estar siempre en lo mismo.

¿Necesitas de personajes para poder hacer música?

Para este proyecto, sí. Es una trilogía, estoy en la segunda etapa y cada personaje en realidad es una parte mía que se está expresando. Utilizo eso para mostrar algo que hay en mí, es un arte terapéutico.

Pero ese cambio lo deriva algo ¿qué transforma a El Ídolo en Amador?

Desde un principio sabía que iba a matar a este personaje. Pero no sabía lo que venía después, sólo sabía que El Ídolo es como Jesucristo, sabía que iba a resucitar cada cierto tiempo (como en los shows). En ese período ya me encontraba componiendo las canciones actuales, sólo me faltaba el nombre.

¿Cuál es el motor que mueve tus actuales composiciones?

Ahora no te puedo decir que tipo de canciones estoy haciendo. Como es un secreto el próximo disco, no puedo decir nada. Para “Amador”, acababa de separarme de una muchacha, sentía que estaba en otra cosa. Ella era una mujer que bebía y se drogaba mucho. Mi madre bebía también, era alcohólica, tengo un hermano que se murió también. Era demasiado todo eso en mi vida. Ahora no fumo, no bebo, no me drogo. Tuve experiencias de todos tipos, pero decidí ya no más con todo eso. Es por eso que este disco trae una energía totalmente distinta, me puse a trabajar cosas en mí, a arreglar mi pasado. Este segundo disco habla de esa etapa de mi vida, de sanación.



LECCIONES DE VIDA

Existe un Adán antes de Adanowsky. Involucrado con el arte desde pequeño por su fructífera raíz familiar, a los 6 años ya tocaba piano, a los 14 se involucró con la guitarra, el bajo y la batería. Camino directo al punk, que lo llevó a integrar su primera banda, The Hellboys, donde ofició de bajista.

¿Cuánto hay en ti de ese bajista que tocó en The Hellboys en 1995?

Siempre lo recuerdo con mucha emoción. El cantante de la banda era mi gran amigo y se murió por culpa de la heroína, el 2005. Él y The Hellboys siempre están presentes. Soy muy rockero en lo que escucho y todo ese período fue una escuela para mí. Me enseñó a canalizar y a utilizar toda mi energía en el escenario. Era muy explosivo.

Una de las experiencias importantes para ti en esa época fue abrir para Joe Strummer, cuando tocaba en The Mescaleros ¿Qué tal estuvo eso?

Abrimos tres veces para ellos en París. Joe Strummer se acercó y nos felicitó mucho, ahí me dijo:“sabes, tienes que tener mucha ambición y nunca sueltes. El mundo está podrido y va a querer moldearte, no los escuches nunca, sigue tu camino. Aunque te vaya mal, sigue adelante”. Fue algo que me quedó en la cabeza, me marcó mucho.

Acá en Chile, las carencias son grandes para los músicos y los recursos son escasos, ¿qué consejo le darías a quienes están emprendiendo ese mismo camino del que hablaba Strummer?

Para mí fue exactamente igual. Nosotros cargábamos los amplificadores, pagábamos las grabaciones, compartíamos el dinero en una caja (el que ganábamos con las camisetas que vendíamos) para poder grabar otras canciones. Era muy difícil, las disqueras no nos querían por el tipo de música que tocábamos. Fueron nueve años totalmente underground. El último año solamente, por una moda rocanrol en París, comenzamos a tocar en un club y se llenaba de jóvenes de 15 años. Ellos vestidos muy al estilo mod de los 60’ y nosotros en piel de leopardo. Éramos como los padrinos, pero luego se murió el cantante y acabó todo. Aun así fue genial, hice muchos conciertos. Todos apretados en la furgoneta, tres en una cama, era así. Lo viví y todavía me siento como uno de ellos. No soy un mamón que se cree la gran estrella y que cree que es un gran músico. Si hay que cargar amplificador o cajas, lo hago y qué más da. No soy mamón.

viernes, 15 de abril de 2011

Failure – Fantastic Planet

(1996, Slash)

Hay discos que van creciendo con el tiempo. Que por sí solos dejan una huella y su propio legado. Esos quizás son los álbumes llamados “influyentes”, posiblemente no los más relevantes para la lista del Top 100 de la Rolling Stone, pero que a través de un proceso natural se elevan por “justicia divina”. Hay algunos que sirven de pauta, de guía para lo que vendrá 10 o 15 años más tarde en la escena musical. Son esos los que vale la pena rescatar, pues fueron la semilla y raíz de lo que escucha el público actual.

Sin dar más vueltas es posible encontrarse con una escena de mediados de los 90’, que quedó en el gran cañón entre el grunge y el nü metal o metal alternativo luego del cataclismo “Cobain”. Bandas como Hum o Failure son nombres que permanecieron flotando (casi literalmente) en un space rock y post grunge norteamericano que hoy transciende.

Agrupaciones actuales como Deftones, Chevelle, 30 Seconds to Mars, A Perfect Circle y muchas otras han tomado las influencias del space rock de los 90’ haciendo valer la originalidad de su estructura sonora. Una fórmula que rompía en riffs potentes pero elevaba las notas con delicados efectos, en una combinación única, pero que no tuvo tanta visibilidad, en una industria que aún no sabía de Internet masivo, tal como lo conocemos hoy.Fueron contemporáneos al shoegaze de My Bloody Valentine, Ride y Slowdive, (donde también las ondas espaciales los 70’ parecían renacer), pero no tuvieron la misma suerte que los europeos, pues en la tierra del Tío Sam se apostaba por la rudeza, dejando de lado las melodías etéreas de la isla británica. A pesar de todo, la historia tendría su revancha, materializada en los futuros retoños que dejaría tal legado.

Una de esas bandas fue Failure, sin duda la más importante y fresca de esta camada. De nacimiento en 1991 la banda creada por Ken Andrews (voz y guitarra) y Greg Edwards (bajo y guitarra) alcanzó a publicar tres álbumes bajo el sello Slash: Comfort (1992), Magnified (1994) -un álbum que los llevaría de gira con Tool- y finalmente Fantastic Planet (1996), placa insigne y mayor éxito creativo de la agrupación de Los Ángeles.

Hablar de Fantastic Planet es acercarse a metáforas y alegorías a las distintas adicciones, sobretodo la heroína. También es convivir con un sonido fresco y potente, que mezclaba tempos suaves y riffs potentes, que parecen rebotar en suelos sin gravedad, lenta pero agresivamente.

La producción y promoción de Fantastic Planet no estuvo exenta de problemas, esa es quizás una de las razones por la cual no es un álbum tan reconocido y publicitado. La pelea entre Slash, el sello encargado, y Warner Bros derivó en un Failure con el disco a medias y en búsqueda de una estrategia para acabarlo. De esta forma, la banda resolvió componer y grabar un tema a la vez y dividió el disco con tres ‘Segue’, pequeños temas espaciales instrumentales que hicieron que el disco tuviese coherencia al ser grabado en condiciones de desorden total.

Esta última característica le da momentos relevantes al disco, donde los temas parecen derretirse uno tras otro. Tal como ‘Sgt. Politeness’, el cual se une perfectamente a ‘Segue 1’. Acá también se juega con lo infinito y circular, pues al utilizar la función de repeat es posible escuchar cómo ‘Daylight’, el último track, se une con ‘Saturday Savior’, el excelente primer corte del álbum. Aspectos que sin duda dan fundamentos para preparar una torta de 17 canciones, y que enriquecen lo que podría haber sido un simple compilado de composiciones accidentadas.

El disco sonaba crujiente pero no era grunge. Sin lugar ni contexto musical preciso la banda se dedicó a hacer lo suyo, experimentando con efectos y tempos a cargo del baterista Kelli Scott, que resultaron en originalidad y evolución temprana, cuando grupos como Silverchair trataban de dar un giro al alicaído estilo de las camisas de franela.

La posibilidad de jugar con la potencia como en ‘Pillowhead’, ‘Smoking Umbrellas’ o ‘Leo’ y a la vez dedicarse a flotar con ‘Another Space Song’ y ‘Stuck On You’ dan cuenta de la excelencia de los músicos involucrados. Como Ken Andrews y sus guitarras rítmicas llenas de harmónicos, y su voz, que sin grandes ostentaciones, resultaba precisa y única para la ocasión: un sonido metálico, semi áspero pero lo suficiente como para resolver la delicadeza de ‘Dirty Blue Balloons”.

Las guitarras, compuestas por el bajista Greg Edwards parecen unir los diferentes matices que destacarían en sus futuros proyectos, sobretodo Autolux. Estos sonidos fueron llevados un poco más allá, cuando el excelente Troy Van Leeuwen (Queens of the Stone Age, A Perfect Circle, The Gutter Twins, Eagles of Death Metal, por nombrar algunos) pasa a encargarse de las guitarras de apoyo durante la gira promocional del disco. Un personaje que traería al Thirteenth Step de A Perfect Circle, siete años más tarde, una hermosa versión de ‘The Nurse Who Loved Me’, tema alusivo al uso de drogas duras.

Fantastic Planet es la culminación y cima de un trabajo que dejó mucho más de lo que recibió, pues la separación de la banda no tardó en llegar. Las influencias, honores y tributos hoy sobran, los mismísimos Paramore hacen su intento con el cover de ‘Stuck On You’ y los proyectos de Andrews (On, Year Of The Rabbit y su trabajo solista) y Edwards (Lusk y Autolux) siguen vivos a ratos. Son las vibraciones del espacio, esas que pueden viajar por siglos y que dan a conocer a las nuevas generaciones sobre uno de los mejores y más influyentes álbumes de la década de los noventa.

Por Rolando Inostroza

Modern Superstitions: encanto prematuro

Encuentros incongruentes entre imagen y sonido, en medio de la experiencia y el talento innato. Eso y más es lo que sucede con Modern Superstitions, quienes gracias su capacidad de expresar hermosura y rabia a la vez dan cátedra de una envidiable madurez, haciendo caso omiso de su corta carrera. Desde Toronto, este cuarteto sub-20 engancha por rostro y sonido, con el fantástico desplante y voz de Nyssa Rosaleen y un backup sólido de rock and roll que nada tiene que envidiarle al guitarreo de The White Stripes o la potencia vocal de Florence Welch. Su único registro, All The Things We've Been Told (Pink Noise Music, 2010) ya es suficiente para ponernos de pie y aplaudir a estos encantadores novatos.

Rolando Inostroza

Suena como: Metric, Kate Nash, Florence + The Machine

http://www.myspace.com/modernsuperstitions

Violens: juego de niños

Una pieza de pop-art neoyorquino que parece hecha en Europa, así suena Violens. Eclécticos y vibrantes, dan rienda suelta un pop bailable lleno de influencias ochenteras, que reviven frescas siguiendo la ruta de la psicodelia. Haber compartido escenario con gente como MGMT, Grizzly Bear y Handsome Furs los llevó a obtener la suficiente experiencia para debutar de excelente manera con Amoral (lanzado este 2010 por el sello Static Recital). Un trabajo producido y mezclado por el propio grupo, que hoy los tiene en la vitrina de bandas a observar de este año que se va. Dance pop que se ensucia de manera divertida a ratos. Como una banda de pequeños elegantes manchándose en el lodo sonoro.

Rolando Inostroza

Suena como: Midnight Juggernauts, The Smiths, Twin Shadow
www.myspace.com/violens

The Vaccines - What Did You Expect from the Vaccines?

(2011, Columbia)

Sacarse de encima las expectativas como si fuese una molesta pelusa en el ombligo es lo que buscan The Vaccines con su LP debut. El título ya hace mucha referencia al respecto. Llevar el peso de la “gran promesa británica” según los medios especializados suele ser revienta sesos. Es por eso que la banda, a pulso de guitarras y simplicidad no se complica la vida. En poco más de 35 minutos de cortes súper asimilables y radiales dan a entender que no les interesa imitar modelos made in The Strokes (de los cuales se declaran fans acérrimos) sino más bien dejar fluir una mezcla de agilidad “Ramonera” y letargos precisos, que dan en el clavo a la hora de buscar un sonido propio. Temas levanta muertos como ‘Wreckin’ Bar’ y ‘If You Wanna’ o la notable ‘A Lack of Understanding’ son sólo parte del aprendizaje del cuarteto. Un primer apronte de fácil digestión.

...And You Will Know Us by the Trail of Dead - Tao of the Dead

(2011, Superball)

Bastaron sólo diez días para que el renovado cuarteto de Austin armara su séptimo álbum. Quizás uno de los más elaborados, no por el tiempo requerido, sino por los sesos impresos en cada uno de los momentos del disco. Desde el arte que adereza la portada hasta la división conceptual de los temas, separados por afinación en dos partes: la primera en Re (11 movimientos iniciales) y la segunda en Fa (los 5 restantes). Una forma de hacer las cosas que Conrad Keely, voz de la banda, heredó de los álbumes de su niñez, como el Dark Side of The Moon de Pink Floyd o el Hemispheres de Rush. Placas que sonaban como “verdaderas sinfonías” para él. Tal inspiración se renueva con una fusión de noise y agudeza conceptual que no da permisos para presionar el maligno botón shuffle. Es como poner al más bruto de los hijos del grunge a leer filosofía. Retorcido e inesperado.


Por Rolando Inostroza

Yuck - Yuck


(2011, Fat Possum)

Yuck, la banda londinense que dio que hablar desde sus primeros demos (por culpa de una notable y felizmente accidentada resurrección del noise noventero) estrena al fin su primer larga duración. Una placa homónima y autoproducida, que trae a la memoria las melodías de Neutral Milk Hotel y Dinosaur Jr, quizás desprovistas de la virtuosidad del guitarreo frenético de Mascis, pero con una simpleza que entrega la luz necesaria para darse a entender en la primera escuchada. Un disco que da saltos entre temas acústicos y ruidosos, noqueando en ambas vías. Temas como ‘The Wall’ y ‘Operation’ son la respuesta a los miles de fans acumulados con el tiempo. Todos ellos encontrarán en Yuck momentos para reencantarse con un sonido que no tropieza con un fecha de vencimiento y hace ver a este quinteto de veinteañeros como unos veteranos de la nueva nostalgia.



Por Rolando Inostroza

sábado, 9 de abril de 2011

Prehistöricos: Ciclos Naturales

Desde el teatro a la música, el dúo Prehistöricos sale a la luz de forma inesperada. La Orquesta Ocúlta, su debut, es el tren que abordan sin saber de destinos, guiándose sólo a través de sus experiencias y sentimientos más profundos. Una ruta inesperada, que los tiene meditando ir mucho más allá en este viaje.

La historia de Prehistöricos es breve, reciente pero intensa. Un año completo de trabajo, de terapia musical, que sumió a Jessica Romo y Tomäs Preuss en un mar de letras tristes y agotadoras grabaciones. Momentos que sirvieron para dar forma a un álbum que nunca fue planeado.

“Cuando empezamos yo no sabía tocar ningún instrumento. Empecé bien al lote en el teclado, sacando armonías a pura oreja y así de a poco empezó a funcionar”, cuenta Jessica, quien declara haber sentido vergüenza de tocar con otros músicos en un principio, razón por la cual la mayoría de los temas quedaron a cargo del dúo, en la intimidad.

Prehistöricos nace de una unión natural. La especial relación de ambos, del día a día, el teatro y los viajes culminó reuniéndolos en torno a canciones que hablaban de sí mismos. Un camino que tiene a Tomäs a cargo de las voces y la guitarra, y a su compañera de andanzas en el teclado.

La sensibilidad existente en las melodías y letras de La Orquesta Ocúlta tiene sus raíces en ellos mismos y las experiencias que vivieron durante la formación del dúo y la grabación de las canciones, proceso que ocurrió de manera simultanea.

“Todo fue muy casero. En la noche, sólo por el gusto de grabar, hacíamos temas y los íbamos registrando, pero nunca pensamos en un disco. Luego llegó el momento de preguntarnos si las canciones tenían algo en común, y así fue, ahí recién pensamos en un álbum”, cuenta Tomäs, quien ya había tenido experiencias de grabación junto a Camila Moreno, en el proyecto denominado Caramelitus.

De esta forma, con diez temas listos, Prehistöricos decide cerrar un ciclo emocional y creativo a fines del 2010, antes de partir una vez más a su destino recurrente: España, lugar al que acuden por las tablas, pero que cada vez los tienta más a llevar su música.

“Terminado el disco lo subimos al Myspace y nos fuimos. Nos quisimos olvidar un rato de él, luego de tanto grabar quedamos agotados. Lo dejamos a la merced de qué pasaba y le dijimos a algunos amigos”, explica Preuss, quien no esperaba la actual recepción del álbum, sobretodo en México.

La carrera de Prehistöricos ha sido tan fugaz que tampoco les ha dado mucho tiempo de presentarse en vivo, salvo algunas ocasiones. “Es rico encontrar música que se disfruta desde esa intimidad, por eso mismo nos ha costado tocar en bares con mucho ruido”, explica Tomäs.

“Una vez tocamos en una fonda vegetariana demasiado divertida. Estábamos ahí y había mucha bulla, y llegó un momento en que todos se quedaron en silencio. Luego terminó la presentación y la gente tenía cara de acongojada, parece que les había llegado muy adentro la música”, agrega Jessica.

Es que los cortes de La Orquesta Ocúlta no pasan desapercibidos ante corazones frágiles. La proximidad de los temas se hace presente en cualquier oído, haciendo de la experiencia un dulce desliz por historias pasadas, llenas de dolor y desesperanza.

“Algo que primó al crear, y es algo que nosotros trabajamos en le teatro, es que fuese transversal, que lograra una cierta identificación con el que escuche”, comenta Tomäs. “Cuando tu creas un personaje en el teatro, investigas y armas todo un cuento, pero igual un cierto porcentaje de ese personaje es parte de ti, de lo que has vivido”, agrega Jessica.

Residuos de un tiempo que ellos describen como “súper emocional”, pero que hoy se dilata de forma positiva, mutando en nuevas composiciones.

“Estamos en una travesía loca, queremos grabar un EP antes de irnos a Europa otra vez. Tenemos varias ideas y no queremos que se nos arranquen.

Cuando estemos en España esperamos masterizarlo, y así tener el material nuevo para el primer semestre de este año”, comentan entusiastas.

Por Rolando Inostroza

Para conocer más y descargar "La Orquesta Ocúlta":

http://www.myspace.com/prehistoricos



'Como las Piedras' para La Vitrola

sábado, 5 de marzo de 2011

J Mascis - Several Shades of Why

(Sub Pop, 2011)

Cada artista tiene su color, su forma; una especie de imaginario que se revela a través de sus obras y que es único para los sentidos de quien absorbe. Si tuviésemos que describir a J Mascis en esos términos (tal como alguien que lee el aura) sería una difusa mezcla de tonos, como la cabeza de un adolescente dispuesto a vomitar los pensamientos que lo remecen. Algo complejo y que ha sido intransigente para el músico, una pincelada de genialidad de sello propio acompañando todos sus proyectos.

¿Por qué destacar esto? Es quizás Several Shades of Why su trabajo más distante al mundo de Dinosaur Jr., lugar donde su voz declara una fragilidad ante el mundo, que contrarresta a pulso con su guitarra y vendavales de distorsión.

Esta vez existe un notable canje, hay rasgueos húmedos y limpios, no existe una lucha contra el desamor, la soledad o el hastío, más bien son asumidos, pero la esencia es la misma. Los difusos tonos de Mascis siguen allí, rechazando pretensiones radiales y dando a entender que el álbum es suyo, pero no por eso todo tiene que cambiar.

Es en el entretiempo que el álbum se hace grande, cuando los 41 minutos y 12 segundos pasaron y los delicados punteos de ‘Is It Done’ o ‘Several Shades of Why’ quedan girando en el aire, esperando a ser revividos. Quizás así mismo fue confeccionado este paquete de 10 canciones. En una pieza de hotel, en medio de una gira, donde a veces es más fácil encontrar la inspiración para temas que le importan al tórax propio. Una clase magistral de cómo conservar la pureza, no importando los formatos o las condiciones.

Rolando Inostroza